Todas las noches miraba por la ventana de su cuarto
desde que lo descubrió. Pasó sin detenerse,
era un hermoso destello, lleno de luz, lleno de vida.
Mirarlo le dio la esperanza que creyó perdida.
Renunció a todo; su último anhelo era mirar
nuevamente ese destello consentido que,
sin pensarlo mucho, bautizaría con el nombre
de estrella fugaz.